Esta temida frase quizá no la debería escuchar nadie jamás. Sobre todo si la otra persona sigue manteniendo sentimientos hacia quién lo dice.
Surge ante cualquiera que la escuche, una avalancha de sentimientos difíciles de separar, identificar y gestionar con la debida dignidad. ¿Cómo sobrellevarlos?, ¿Qué haré ahora?, ¿Cuántos cambios tendré en mi vida?, ¿Por qué siento que nada, ni nadie me puede consolar?…
Una ruptura conlleva muchas veces, (yo diría que el 99,9% de ellas), un resurgimiento de un “yo” que nos resulta desconocido, feroz, triste, agonizante… Saca lo peor de nosotros mismos: “nuestras entrañas” cuando nos han desconfigurado la vida supuestamente feliz en la que flotábamos, cuando rompen nuestros ideales y nuestros sueños que hasta hace nada dábamos por hechos y asentados. La caída es brutal. El sentimiento es atroz. No existe nada peor en el mundo en ese momento. Somos vulnerables hasta límites insospechables.
Si te parece que lo que escribo es de otro planeta, es que no has sufrido por amor. Sólo quien lo ha pasado es capaz de saberlo, aunque no siempre sepa cómo afrontarlo.
Necesitas ayuda, necesitas pasar por esto de la mano con alguien. A todos nos gusta sentirnos arropados en los malos momentos. Es una realidad social que el ser humano busca aún sin ser consciente de ello.
No olvides nunca que hay una salida. Puede que esté lejos en estos momentos, puede que creyeras que ya habías salido y sin embargo no sea así, pero la hay. Está, créeme. Y detrás de esa salida hay un mundo en el que volverás a sentirte bien, eso sí tómatelo con calma.
“El tiempo no lo cura todo”. ¿Ayuda? en la mayoría de los casos sí. Pero yo discrepo de esta frase. Sin que tengas alguien que te pueda escuchar y orientar, será prácticamente imposible. A no ser que tengas un “superyó” escondido por algún rinconcito de tu cuerpo.
El mundo no ha cambiado mucho en general, pero tu mundo sí. Y para eso no se nos prepara demasiado en la sociedad actual.
Mensaje de esperanza para quien quiera que lo lea: Es duro, sí pero hay que pasarlo. Y si eres quien no lo ha dicho aún o quien aún no lo ha recibido pero de alguna forma se lo espera, sabrás que estás pasando una angustia lógica ante semejante situación.
Espero y confío que empezar “de CERO” no sea algo que os dé miedo, porque para eso estamos aquí, para rescataos del pozo y con vuestro esfuerzo y constancia y un poquito de nuestra ayuda, lograr ser capaces, (porque lo sois, lo somos) de salir de él. De llegar arriba y poder gritar “!!!LO HICE!!!, ¡¡¡LO CONSEGUÍ!!!






